lunes, 9 de junio de 2008

Escolarización


Nuestra Escolarización
Las siguientes lineas buscan demostrar la forma en que la escuela –en su mecanismo de normalización- adquiere en su institución un componente de dominación hacia los oprimidos. En este sentido la respuesta es conformar una De - construcción del ser. Cuando se habla de oprimidos se habla de una “clase” explotada y una clase explotadora, claro esta, el componente educacional de los dominados esta pensado en ser explotados, no solo como un elemento de fuerza de trabajo, sino además, intelectual.Si hacemos un recuento, la génesis de la escuela (como institución), en su hegemonía relación escuela y sociedad “l… durante los siglos XVIII y XIX. En este contexto la escuela era reivindicada como la institución capaz de integrar a un proyecto nacional al conjunto de los sujetos”.[1]¿Como se manifiesta lo anterior? ¿Cómo promoción de una cultura universal? ¿Dominación?. Bourdieu aseverara que si bien los sistemas educacionales anuncian que difunden un tipo de cultura universal, no es novedad que los diferentes sistemas, en épocas y formaciones sociales particulares, transmiten versiones culturales selectivas que guardan una relación de necesidad con las relaciones dominantes.Si bien las dominación la generan intencionalmente, con su mecanismo de “necesidad”, mas bien diría que las necesidades apuntan de manera intencional, por ejemplo, en la actualidad la lengua mapuche se transforma en una necesidad que se enseñe en los colegios, no porque esta sea una necesidad real de reconocimiento de la otredad, sino mas bien un mecanismo de neo colonización, porque el mapudungun no se enseña en aulas, sino que se traspasa de generación en generación, con su cosmovisión y símbolos culturales propios de su visión de mundo y de comunidad. Si es una necesidad al momento de integrar capacidades tecnológicas y técnicas, siendo hombre y mujer (ser) un medio de producción, pasando por alto que la identidad de un pueblo se manifiesta cuando una persona se reconoce o reconoce a otra persona como miembro de ese pueblo. La identidad cultural no es otra cosa que el reconocimiento de un pueblo como "si mismo".Freire en su magistral obra “Pedagogía del Oprimido” indica la noción de dialogo como “el encuentro de los hombres que pronuncian el mundo, no puede existir una pronunciación de unos a otros. (Como lo hace la escuela en cuanto a ser un traspaso de información o conocimiento)[2] Es un acto creador. De ahí que no pueda ser mañoso instrumento del cual eche mano un sujeto para conquistar a otro”.[3] Sin embargo cuando se habla de “otro” señalamos una estructura determinada por “clases sociales” (material), desde la teoría marxista podemos identificar las contradicciones que permanecen equívocamente en la cultura del dominante y dominado. En este sentido, la escuela responde dentro de la lógica opresora a una expresión de mecanismos explícitos en nuestra cultura, por ejemplo, el prototipo de los aprendizajes esta desligado de la realidad (incluso en la universidad), esta educación no toma en cuenta las diferencias culturales sociales y económicas de los estudiantes, además incentiva un comportamiento individualista y competitivo, decir también, que la fuerte imposición de sumisión frente a la autoridad establecida, inculca en los oprimidos un sentimiento de inferioridad, produce una actitud de resignación y sometimiento frente a los “conflictos”.En cierta medida durante toda nuestra escolarización notamos una ausencia de lo importante que es la educación de los pobres empobrecidos, esta educación es la vapuleada educación popular. La educación del pueblo, la problematizadora, critica, “utópica”, responde en su totalidad al cambio radical de la sociedad, esta solo será posible en la medida que el pueblo se transforme en “sujeto político”, la clave esta (sin pretender ser pragmático) en reconocerlo portador de una cultura propia y capaz de construir un proyecto político histórico: empero, que sea un pueblo consciente y organizado, “protagonista y conductor de su historia”, capaz de dirigir un proceso de liberación. La educación popular ubicada en esta perspectiva asume en consecuencia la tarea de apoyar el proceso de liberación, y su valoración de sus tradiciones y formas de vida más propias, a recuperar su memoria histórica y a construir su propia identidad liberadora.

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[1] Duschatsky. S. (1999). La escuela como frontera, Reflexiones sobre la experiencia escolar de jóvenes de sectores populares. Edit. Paidos Cuestiones de educación. pp. 15.[2] Nota del autor. e[3] Freire, P. (1968). Pedagogía del Oprimido. Ediciones Tierra Nueva. Montevideo. pp. 106.
Bibliografía.- Duschatsky. S. (1999). La escuela como frontera, Reflexiones sobre la experiencia escolar de jóvenes de sectores populares. Edit. Paidos Cuestiones de educación.- Freire, P. (1968). Pedagogía del Oprimido. Ediciones Tierra Nueva. Montevideo